La Plata: La problemática vial analizada por expertos de la UCALP

Los problemas de tránsito de la ciudad de La Plata y sus alrededores no son para nada novedosos: en 2023, se registraron 76 decesos por accidentes viales, lo que equivale a una muerte cada cinco días. En los primeros nueve meses de este año, hubo 38 víctimas fatales, de las cuales 18 de ellas sucedieron entre agosto y septiembre.
Mientras se debate en el Concejo Deliberante local la instauración de la emergencia vial, la situación es caótica: accidentes, gritos, bocinazos y un estado generalizado de irritabilidad y violencia construyen un cóctel que convierte en insufrible el traslado por las calles platenses.
El análisis de la temática requiere un enfoque multidisciplinario, por la gran variedad de factores que intervienen. Por ello, el diario digital de la UCALP (Universidad Católica La Plata) entrevistó a Pablo Martínez Carignano, exdirector de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV); al arquitecto Renaldo Coletti, titular de la cátedra Planificación Territorial II en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UCALP; y al psicológo Juan Pablo Dedomenicci, que dicta Psicología General y Evolutiva en el Profesorado de Educación Física.
“LA SEGURIDAD VIAL NO ESTÁ ENTRE LAS PRIORIDADES DE LA GENTE”
Pablo Martínez Carignano cuenta con más de veinte años de experiencia en el rubro: fue Director General de Seguridad Vial en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y, entre 2019 y 2023, tuvo a su cargo la agencia nacional; allí llevó a cabo distintos planes y proyectos, como la Ley de Alcohol Cero al volante. Actualmente, colabora con la empresa Autopistas de Buenos Aires S.A. (AUBASA).
“La responsabilidad central en la producción de siniestros viales es el ser humano, sus malas decisiones y la asunción de riesgos innecesarios. Después, están todos los demás factores, como infraestructura, vehículos, entornos y también las relaciones sociales, porque -no nos olvidemos-, ante todo, el tránsito es interacción social”, explicó Pablo.
Históricamente, para estudiar la seguridad vial se utilizó la matriz de Haddon, que combina distintos elementos como los factores humanos, los vehiculares y los medioambientales. Para Pablo, este modelo es insuficiente por el vínculo que tienen los ciudadanos de nuestro país con las normas.
“El conductor individual que deja el vehículo en doble fila y piensa que no jode a nadie, que es un segundo y después vuelve… si vos vas multiplicando esa acción individual, la sociedad lo padece. Si esto se traslada a cruzar un semáforo en rojo, no respetar la senda peatonal, a exceder la velocidad, se torna invivible”, sostuvo.
De algún modo, se genera un círculo vicioso en donde todos los actores de la comunidad están involucrados. ¿Cómo se puede combatir esto? Martínez Carignano tiene una propuesta: “Yo haría una política donde involucro a todos, es decir, universidades, fuerzas de seguridad, los clubes, las iglesias, los medios de comunicación, los comerciantes… si la comunidad primero toma conciencia de cuál es el problema, se pueden ir generando acciones concretas desde el Estado”.
En su experiencia con la Ley de Alcohol Cero al Volante, que se aprobó en abril del año pasado, llevó a cabo charlas con la comunidad y diversos controles vehiculares, varios de ellos en nuestra región: “Cuando estaba en la agencia, íbamos seguido a la zona de Melchor Romero, donde están las quintas. Como había muchas fiestas, se daban situaciones de choque permanentemente. Por eso, en este tipo de temas, el control es todo. Vos no podés saber si alguien está alcoholizado si no le hacés un test”.
Para él, el Estado debe hacer un fuerte trabajo de concientización, una suerte de sacerdocio del tema, para producir un cambio cultural, porque “la seguridad vial, pese a que es la principal causa de muerte en menores de 35 años, no está en las prioridades, no solo de los funcionarios, sino de la gente”.
EL CRECIMIENTO “DIFUSO” DE LA PLATA
El trazado del casco urbano de La Plata fue diseñado desde su fundación como un cuadrado perfecto, con diagonales que lo cruzan y plazas situadas cada seis cuadras. Equilibrio y orden ejecutados con precisión quirúrgica en una ciudad de gran valor arquitectónico.
Con el paso del tiempo, el crecimiento de la ciudad se volvió difuso. Así lo define Renaldo Coletti, Arquitecto y Profesor titular de la cátedra de Planificación Territorial II, en la Universidad Católica de La Plata: “Creció en dos sentidos: por un lado, se densificó su casco, con edificios en altura pero sin la infraestructura que responda a eso; por el otro, por fuera se dio un crecimiento disperso, con asentamientos y barrios precarios, que en general carecen de servicios y conectividad”.
A mayor crecimiento poblacional, mayor la presión en las estructuras viales, que conectan el entorno del casco con el centro. “Esto lo vemos reflejado en grandes congestionamientos de tránsito en ciertos horarios del día y, obviamente, aparece un gran problema que es el transporte público, que siempre es ineficiente para la movilidad de la gente”, aseveró Renaldo.
Desde su mirada como arquitecto, considera que las grandes urbes deberían ser más amigables con el medio ambiente, incorporando en su planificación territorial otras vías de traslado, como las bicisendas y las sendas peatonales. Al respecto, el docente recuerda: “Lo importante es que deben estar pensadas con relación a un plan integral y no tal vez algún trazado esporádico, que no termina de conectar los lugares donde nosotros nos movemos”.
CONSEJOS PARA VOLVER A CONECTARNOS CON EL OTRO
Avances imprudentes, robarle segundos al semáforo, calcular finamente un rebase, insultar a un peatón que aceleró la marcha en un cruce, frenar bruscamente para evitar la colisión con una bicicleta… son todos ejemplos de cuestiones cotidianas que ocurren en el tránsito por el Gran La Plata. Existe una naturalización de la violencia vial que tiene, por supuesto, un fuerte impacto en la psicología de las personas.
“El estrés provocado por la falta de espacio al conducir nos lleva a una desconexión con el otro, algo que trasciende el tránsito y que forma parte de una cultura individualista, en donde se prioriza lo propio por sobre lo colectivo”, reflexionó el Psic. Pablo Dedomenicci, docente de Psicología General y Psicología Evolutiva en la Facultad de Humanidades de la UCALP.
Para Pablo, desde la pandemia prevalece en la sociedad una sensación de vulnerabilidad, frustración e impotencia, que se refleja en el estado de alteración de las personas cuando salen a la calle. “A eso se le agrega que vemos y escuchamos todo el tiempo noticias de fatalidades, por lo que, en algún lugar de nuestra cabeza, cuando circulamos sabemos que está en juego nuestra salud y la de los demás”, mencionó.
Una de las claves para atenuar este malestar al volante es corrernos de la automatización: “Tenemos que ser cada vez más conscientes de las decisiones que tomamos y no automatizar los malos hábitos, que en el tránsito pueden provocar daños a un tercero”, destacó el psicólogo.
Si el mundo en que vivimos fomenta un estado de desconexión comunitaria y promueve conductas individualistas, una posible alternativa es fortalecer aquello que vaya en la dirección opuesta: “Debemos favorecer todo lo que tenga que ver con la empatía, con la comprensión de las necesidades de los demás. Para esto, se aconseja hacer actividades grupales, como el teatro, que nos conecten con el otro, con sus sentimientos, el respeto y cuidado del prójimo”.
En la difícil coyuntura que se experimenta en el tránsito por el Gran La Plata, estos expertos coinciden en la recuperación de un sentido comunitario, ya sea desde la concientización del problema vial, la incorporación de nuevos modos de trasladarse o la importancia de reconectar con el otro. Como este proceso puede llevar años, para el día a día, ser un conductor o peatón atento y empático puede ser un buen punto de partida.