Escribe Nazly Borrero Vásquez sobre CPTED y Cibercriminología

Escribe Nazly Borrero Vásquez sobre CPTED y Cibercriminología

Nazly Borrero Vásquez

🚀Top Woman In Cybersecurity 2020-2021 |Maestro en UNIVERSIDAD DEL PAÍS INNOVA | Maestría en Ciberseguridad | Escritora📚| PCJ📍| Auditora

La cibercriminalidad ha evolucionado a una velocidad que desafía las estrategias tradicionales de prevención. Ante este desafío, conceptos que han probado su efectividad en el mundo físico, como CPTED (Crime Prevention Through Environmental Design), se presentan como una inspiración para diseñar entornos digitales más seguros. Integrar CPTED con la cibercriminología podría ofrecer a Iberoamérica una vía innovadora y necesaria para enfrentar los riesgos que se multiplican en el ciberespacio.

CPTED ha sido aplicado con éxito en diversas partes del mundo, especialmente en países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. En estos lugares, diseñar espacios físicos teniendo en cuenta la seguridad no solo redujo delitos como el vandalismo o el robo, sino que además fortaleció el tejido social, generando comunidades más resilientes. Elementos como la vigilancia natural, el control de acceso, el refuerzo territorial y el mantenimiento del espacio fueron pilares que contribuyeron a estos resultados.

Por ejemplo, en Toronto, Canadá, la implementación de estrategias CPTED en proyectos de urbanización redujo en más del 30% los delitos en zonas consideradas de alto riesgo. En Australia, la aplicación de estos principios en escuelas y centros comunitarios mejoró la percepción de seguridad y disminuyó el bullying y los actos de vandalismo en las zonas tratadas. Estos ejemplos demuestran que un entorno construido de manera consciente puede tener un impacto directo en la reducción de delitos.

Trasladar esta filosofía al mundo digital implica repensar los espacios virtuales desde el diseño, no solo como herramientas de interacción sino como estructuras que deben dificultar el accionar del cibercriminal. Aquí es donde la cibercriminología encuentra su punto de encuentro con CPTED. Mientras CPTED trabaja sobre el espacio físico, la cibercriminología estudia el comportamiento de los delincuentes en entornos digitales, identificando patrones, motivaciones y métodos.

Integrar ambos enfoques significaría diseñar plataformas, aplicaciones y sistemas informáticos con principios que desalienten el delito desde su concepción. La vigilancia natural, por ejemplo, podría traducirse en registros de actividad accesibles y visibles tanto para los usuarios como para los administradores, fomentando una cultura de transparencia y alerta. El refuerzo territorial podría implementarse mediante segmentación de redes, autenticaciones robustas y limitaciones de acceso basadas en roles, estableciendo «fronteras» claras en el entorno digital.

Iberoamérica enfrenta desafíos particulares en materia de ciberseguridad. Según informes recientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Organización de los Estados Americanos (OEA), más del 60% de los países de la región aún carecen de estrategias nacionales de ciberseguridad plenamente implementadas. La región presenta además una alta tasa de informalidad tecnológica, sistemas heredados vulnerables y bajos niveles de inversión en capacitación especializada.

La adopción de un modelo basado en CPTED y cibercriminología ofrecería a Iberoamérica una oportunidad de adelantarse en el diseño de entornos digitales seguros. En lugar de reaccionar ante incidentes, las organizaciones, instituciones gubernamentales y académicas podrían construir infraestructuras pensadas para resistir y disuadir desde el inicio.

Para implementar este enfoque, se sugiere un modelo de acción en varias fases:

  1. Diagnóstico: Evaluar las plataformas existentes para identificar áreas de exposición que podrían «invitar» a los atacantes, similar al análisis de zonas vulnerables en CPTED tradicional.
  2. Diseño proactivo: Incorporar medidas de prevención en el diseño de nuevas plataformas, priorizando la visibilidad de actividades sospechosas, la segmentación de usuarios, y el mantenimiento constante de las «áreas digitales».
  3. Capacitación interdisciplinaria: Formar profesionales que combinen conocimientos de seguridad informática, diseño de interfaces y criminología, creando un nuevo perfil profesional capaz de pensar tanto como defensor como diseñador.
  4. Regulación adaptativa: Impulsar marcos legales que promuevan la seguridad por diseño en el desarrollo tecnológico, inspirándose en las buenas prácticas de CPTED, pero adaptadas al ecosistema digital.
  5. Comunicación activa: Promover la participación de los usuarios como agentes de vigilancia natural digital, mediante educación y canales claros para reportar anomalías.

El potencial para liderar esta innovación en Iberoamérica es alto. Algunos países ya han mostrado interés en aplicar principios similares, aunque de manera aún fragmentada. Colombia, por ejemplo, ha trabajado en programas de «Ciudades Seguras» que, aunque principalmente físicos, empiezan a incorporar componentes digitales. Brasil ha desarrollado planes nacionales de seguridad cibernética que abordan la necesidad de construir infraestructuras resistentes desde el diseño. México y Argentina, por su parte, avanzan en marcos regulatorios que exigen la protección de datos y la prevención de incidentes desde la arquitectura de sistemas.

Si se articula un proyecto regional basado en la integración de CPTED y cibercriminología, Iberoamérica podría posicionarse como referente en innovación preventiva en el mundo digital. Más aún, podría exportar su experiencia a otras regiones con características similares, convirtiendo un desafío en una oportunidad de liderazgo.

El crecimiento de la cibercriminalidad en la región, impulsado por fenómenos como el teletrabajo masivo, la expansión del comercio electrónico y la adopción de tecnologías emergentes, demanda una respuesta innovadora. No se trata solo de fortalecer murallas tecnológicas, sino de diseñar entornos en los que el delito sea más difícil, más riesgoso y menos rentable para los atacantes.

La propuesta de combinar CPTED y cibercriminología ofrece esa alternativa: construir ciberespacios donde, como en las ciudades más seguras del mundo, la prevención sea parte del paisaje y no una reacción tardía. Iberoamérica tiene la posibilidad de ser pionera en esta nueva forma de entender la seguridad digital, apostando por el diseño inteligente, la educación continua y la colaboración activa entre los sectores público y privado.

En el camino hacia este nuevo modelo, no bastarán las buenas intenciones. Se requerirá decisión política, inversión sostenida y una visión de largo plazo que entienda la ciberseguridad no como un lujo, sino como un componente esencial para el desarrollo económico, social y cultural de la región.

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